El biochar es el carbón vegetal resultante del pirólisis o la combustión controlada de la biomasa vegetal, hidratado e inoculado para que sea biológicamente activo. Su elevada porosidad, área superficial (hasta 300m
2/g) y capacidad de intercambio catiónico (CIT), le permiten incorporar hasta cinco veces su propio peso en agua y nutrientes disueltos. Estas propiedades hacen que el biochar no sea un fertilizante, sino un agente de almacenamiento y transporte de nutrientes y un hábitat ideal para los microorganismos beneficiosos.
Varios estudios han llegado a la conclusión de que su aplicación en la agricultura permite aumentar el rendimiento de los cultivos (sustancialmente si el suelo está en malas condiciones), mitiga la escorrentía de los fertilizantes y la lixiviación de los nutrientes, y mantiene los niveles adecuados de humedad del suelo. Además, restaura los suelos agotados o marginales con carbono orgánico y fomenta el crecimiento de los microorganismos del suelo esenciales para la absorción de nutrientes, en particular los hongos micorrícicos. El carbono del biochar puede permanecer estable durante milenios, proporcionando un medio sencillo, económico y sostenible de secuestrar las emisiones históricas de carbono, que es tecnológicamente viable tanto para los países desarrollados como para los que están en vías de desarrollo.
Para que funcione como corrector, no basta únicamente con fabricar el carbón vegetal y aplicarlo al suelo: dada su elevada CIT, porosidad y superficie, puede incluso tener un efecto negativo en el primer año, absorbiendo los nutrientes del suelo y haciendo que no estén disponibles para las plantas en la primera temporada de aplicación. Así, es necesario que este carbón sea previamente hidratado e inoculado con microorganismos.
Para maximizar la superficie, se tritura y se convierte en polvo (cuanto mayor sea la superficie, mejor). A continuación, este polvo se transfiere a un recipiente adecuado y se deja durante 2 semanas para que se hidrate (en agua o, preferiblemente, en una solución nutritiva acuosa como la orina o el té de compost, por ejemplo). Posteriormente, para inocular el carbón hidratado, se mezcla uniformemente con un compost sano y aeróbico, añadiendo continuamente a medida que se gira el compost, y se deja durante 2 semanas para que se colonice completamente. También es posible utilizar el estiércol de las instalaciones ganaderas de las fincas como sustituto del compost, siempre que este material esté bien maduro.
El biochar se produce a partir de biomasa vegetal y retiene aproximadamente el 50% del carbono que fue absorbido por las plantas como CO2 atmosférico y fijado en sus tejidos durante el crecimiento.
En la práctica es carbón vegetal y muestra una baja reactividad química y biológica, por lo que es esencialmente inerte y muy resistente a la descomposición. Así, su incorporación en el suelo ofrece la oportunidad de eliminar el exceso de CO2 de la atmósfera y secuestrarlo de forma potencialmente permanente y beneficiosa para el medio ambiente.